Capítulo 5. Eugenio Garza Sada. Quinta parte. La muerte.


Nos encontramos en 1968. Han pasado 25 años desde la fundación del ITESM. En ese lapso de tiempo, el Instituto ha contribuido significativamente al progreso del país con todos los egresados que ha producido. Tras la crisis estudiantil el Secretario de Gobernación Luis Echeverría Álvarez, visita a Don Eugenio Garza Sada para que lo asesore; su amistad y apoyo con el líder empresarial es crucial para la estabilidad nacional.

El clima social se estaba volcando tras una trifulca común entre estudiantes del Politécnico y la UNAM, donde las fuerzas policiales capitalinas por el exceso de uso de fuerza provoco el comienzo de una serie de protestas a nivel nacional; dichas protestas, culminaron en la matanza de Tlatelolco y la del Jueves de Corpus, cerrando el ciclo de represión tras el asesinato de Don Eugenio Garza Sada.

El origen natural de las cosas de la crisis estudiantil, nos remonta a un grupo de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, quienes apedrean las instalaciones de la preparatoria Isaac Ochenterena, misma que está incorporada a la UNAM. Más de 30 vidrios de la preparatoria quedan destrozados al igual que varios vehículos que estaban en la cercanía.

Antes de los lamentables sucesos de la plaza de las tres culturas, el Secretario de Gobernación Luis Echeverría, viaja a Monterrey para pedirle consejo a Eugenio Garza Sada, según Irma Salinas Rocha. Eran comunes aquellas visitas en tiempos de crisis, sucesión presidencial o intereses extranjeros, para quien encabezaba al poderoso grupo empresarial del norte del país y que asesoraba a quienes administraban a la nación. Tras la violencia sindical de los 30´s y la política de Estado de Lázaro Cárdenas, Don Eugenio utiliza todos los medios a su alcance para influir en la política nacional para proteger sus intereses en primer grado, y en segundo, para proteger los intereses sociales con responsabilidad.

En el Tec de Monterrey estaba gestándose una huelga a raíz del movimiento estudiantil de la ciudad de México, que también había infectado a la Universidad de Nuevo León. Después de la reunión Echeverría - Garza Sada, los ánimos de protesta en el Tec desaparecieron.

En aquella plática Don Eugenio acuerda con Echeverría ya que este en el poder presidencial, que cambiaran la táctica para el control de masas. El Nuevo Orden Mundial ya se estaba gestando desde la creación del Grupo Bilderberg en 1954.

Don Eugenio Garza Sada mantenía el clima de la Republica que era asediada en intereses comunistas. No era nada nuevo, el fantasma del comunismo perseguía al Grupo Monterrey desde los 30´s.

En aquella entrevista con Echeverría, acordaron que el Gobierno tomaría en apariencia una posición que le diera defensa a las masas, entre campesinos, obreros, etc. y que a su vez, fomentarían declaraciones en contra de los empresarios para que con ello se apaciguara el desorden social.

Dudoso de tal maniobra, Echeverría cuestiono a Garza Sada.

“Don Eugenio, ¿Los demás empresarios entenderán esta actitud del Gobierno?”

“No se preocupe, me encargo de ello. Además, creo que sea lo único adecuado”.

Eugenio Garza Sada, Presidente de los Consejos de Administración de más de 20 empresas, siempre se adelantaba a los planes de bienestar que el Gobierno ponía en marcha para la sociedad en general, como su padre lo había hecho desde la creación del Politécnico Cuauhtémoc.

La Federación sabia del poder que representaba el emporio regiomontano. Vieron en la industria acerera una vía para desarrollar el país en todos los aspectos y restarle poder e influencia a los Garza Sada, adquirido, tras engrosar sus capitales a raíz de la venta de la implementación de la patente del Proceso HYL (fierro esponja) al resto del mundo.

Aprovechándose de su amistad, así como de sus costumbres humanistas aun a costa de la perdida de utilidades en sus empresas, Echeverría le pidió apoyo a Don Eugenio para que le prestara la mano de obra técnica para poner en funcionamiento el Complejo Siderúrgico Las Truchas.

Se sabía de esos yacimientos en Michoacán y Guerrero desde tiempos de Benito Juárez. La Compañía de La Orilla S.A. de C.V. de capital francés, había comprado desde principios del siglo XX 93,000 hectáreas del latifundio denominado Hacienda de la Orilla, en el Estado de Michoacán. La Revolución trunco los proyectos de los franceses. Tras el artículo 27 de la Constitución del 17, que establecía la prohibición de propiedades a manos de extranjeros en las costas del país, los franceses se retiraron.

En 1907 se otorgó una concesión a una empresa americana subsidiaria de la Bethelhem Steel Corporation para explotar 620 hectáreas. Pero en 1916 por incumplimiento de pagos de impuestos, el Gobierno Constitucionalista le cancelo la concesión. La Bethelhem Steel creada en 1857, se había convertido en la segunda acerera mundial acrecentándose su poder e influencia en la Segunda Guerra Mundial. Para el 2003, sus activos pasaron a manos de Arcelor Mittal creada a partir de la fusión de la anglo-india Mittal Steel y la luxemburgués, Arcelor. Esta, creada a partir de la fusión de las europeas Aceralia, Arbed y Unisor. Arcelor Mittal se convertiría en la mayor acerera del planeta y absorberían cuanto complejo siderúrgico no se integrara al mercado global.

En los tiempos de Eugenio Garza Sada aún no se habla de globalización, donde los intereses solo abarcan el mercado nacional y donde Las Truchas, pondría en riesgo el crecimiento de la Sultana del Norte.

La empresa subsidiaria de la Bethelhem Steel se hacía llamar: “Compañía de Minas de Fierro del Pacifico, S.A.”. Al verse truncadas sus operaciones fue adquirida por la Compañía de Minas de Fierro de Las Truchas S.A., la cual tampoco cumpliría con sus obligaciones fiscales, por lo que en 1936, la Secretaria de Economía le quitaría la concesión. Posteriormente, los yacimientos fueron declarados reservas mineras nacionales en la Presidencia de Lázaro Cárdenas.

Después de una serie de irregularidades en las concesiones, así como la venta de empresas de quienes las tenían, a las anteriores que se les había cancelado, el Gobierno de la Republica opta por crear el 1 de julio de 1969 la empresa Siderúrgica Las Truchas.

En la segunda mitad del año de 1969, personal del gobierno y técnicos de Don Eugenio Garza Sada quienes en total sumaban 44 profesionales, comenzaban a idear el desarrollo de la mayor siderúrgica del país ubicada en Las Truchas; Posteriormente se sumarian a la planificación 20 técnicos extranjeros bajo las órdenes del personal de Garza Sada.

De enero a septiembre de 1970 se desarrollan estudios de mercado tanto de la industria integrada, semiintegrada y relaminadoras, así como de la materia prima a utilizar.

De octubre del 70 a enero del 71, los resultados de los estudios de factibilidad se presentan a la Secretaria de Hacienda, a la Secretaria de Patrimonio Nacional, Secretaria de Industria y Comercio, así como a NAFINSA. No conformes con lo planteado, instan a una mayor documentación, así como a profundizar en las premisas que sustentaban la viabilidad del proyecto. Ello dio origen a un documento denominado: “La Industria Siderúrgica Nacional y el Proyecto de Siderúrgica Lázaro Cárdenas – Las Truchas”, elaborado por Nacional Financiera publicado en 1972. En dicho documento se hace un análisis en términos de la demanda nacional y de la producción de las diferentes siderúrgicas mexicanas como lo son: Altos Hornos de México S.A. (AHMSA), Fundidora Monterrey S.A. Hojalata y Lámina S.A. (HYLSA), Tubos de Acero de México S.A. (Tubacero), así como las industrias semiintegradas y relaminadoras. Todas del noreste del país, zona geográfica que domina el mercado acerero nacional.

Después de una serie de discusiones con la Industria Integrada, así como con la Cámara Nacional del Hierro y el Acero, el 3 de agosto de 1971 se aprueba el proyecto.

Confiando Echeverría en su amigo Don Eugenio Garza Sada, este le proveyó de la mano de obra para la planeación de las Truchas. Pero no contaba que Don Eugenio, ideó quebrantar Las Truchas desde su origen recurriendo a contratistas, jefes, ingenieros, y demás personal, para hacer presupuestos falsos. A su vez, contrataron a compañías extranjeras para disfrazar las maniobras y obtuvieron créditos muy altos en bancos internacionales. La logística era saboteada no llegando los materiales a tiempo y se fomentó la corrupción para que particulares se beneficiaran. La idea de Garza Sada era crear un clima de desaprobación para que la sociedad en general presionara a Echeverría de la falta de viabilidad del proyecto para que este se cancelara, y que así subsistiera sanamente HYLSA y el resto de las poderosas acereras del norte.

El riesgo para la industria acerera mexicana estaba latente debido a las influencias y patriotismo que tenía Echeverría basados en Lázaro Cárdenas, del que se decía, tenía la mentalidad de convertir la industria acerera nacional en una paraestatal, como ya el Gobierno había hecho con la energía eléctrica y con el petróleo.

No era la primera ocasión que HYLSA se ponía en riesgo, incluso su creación fue cuestionada. La situación se derivó a que también en ese tiempo se encontraba el proyecto de Altos Hornos de México en Monclova. La Secretaria de Hacienda tenía el temor que por la creación de HYLSA, existiera sobre producción de acero lo cual colapsaría los precios. Pero de eso, el proceso HYL y otras cuestiones técnicas y de infraestructura de las empresas del Grupo Monterrey, hablare más adelante.

Es en 1972 cuando ya más de mil técnicos trabajan para desarrollar el mayor proyecto siderúrgico de la Republica.

El 22 de febrero de 1972 se redacta un informe bajo la mente de Ricardo Condelle Gómez, agente de la Dirección Federal de Seguridad destacamentado en Monterrey. En el informe dirigido al Director de la DFS, se menciona las intenciones de secuestrar a Eugenio Garza Sada o a su hijo, Alejandro Garza Lagüera.

Con este documento archivado y desclasificado del expediente 11-219-972 del Archivo General de la Nación, se descarta un tanto la posibilidad de que el Estado mexicano este detrás de la muerte de Don Eugenio; al contrario, la amistad entre el empresario y Luis Echeverría es tan fuerte que pactan dirigir el clima nacional tan golpeado por el asunto estudiantil.

Ricardo Condelle Gómez, llega a esa conclusión tras la información recibida de contra inteligencia por parte de un infiltrado que tienen en los adentros de una célula guerrillera.

El agente Manuel Saldaña Quiñonez alias Leonel, se infiltra a un grupo de líderes quienes con el tiempo, se convierten en la Liga Leninista Espartaco, grupo alineado a la Liga 23 de septiembre.

Leonel es descubierto por el grupo como agente policiaco en marzo de 1971, y reclutado después de una serie de pruebas como parte del grupo guerrillero en septiembre del mismo año.

En diciembre de 1971, el grupo guerrillero concertó una junta donde propusieron secuestrar personajes que pudiesen pagar rescates cuantiosos y de inmediato, para poder hacerse de capital que pudiera solventar la compra de armamento para su causa.

La Dirección Federal de Seguridad ya tenía información de Don Eugenio Garza Sada desde agosto de 1954. En el expediente de Don Eugenio, existe un reporte del 7 de mayo de 1965 de un discurso dado por Carlos Madrazo Becerra, donde menciona las intenciones de Eugenio Garza Sada de tomar el poder de la mano con la llegada de Nixon a la Presidencia de los Estados Unidos. 4 años después de ese informe, Carlos Madrazo, ex Presidente Nacional del PRI (1964-1965), muere al explotar en el aire el avión en que viajaba antes de arribar a Monterrey. De sus restos solo se reconoció una mano que portaba su anillo matrimonial. El Boeing 727X-SEC, se impactó en el cerro San Miguel del lado de Hidalgo Nuevo León a las 8 de la mañana del 4 de junio de 1969.

En abril de 1973 se funda la liga comunista 23 de septiembre. Ignacio Salas Obregón entra en contacto con un grupo asentado básicamente en Nuevo León y Tamaulipas. En la clandestinidad se les conocen como “Los Macías”. Sus dirigentes eran Salvador Corral García y Edmundo Medina Flores. El grupo era una derivación guerrillera del Movimiento Espartaquista Revolucionario de Severo Iglesias. Según ellos eran la expresión del espartaquismo en Nuevo León. Pensaban celebrar su integración a la Liga 23 de septiembre y como regalo, habían estudiado los movimientos de Don Eugenio. Ignacio Salas dio la bienvenida a los Macías y da luz verde para secuestrar a Don Eugenio Garza Sada.

El Grupo Monterrey cuenta con una red de informantes y espías en constante comunicación con el Gobierno Federal. Sus investigaciones se centran en grupos que pudieran alterar los intereses del emporio como lo son sindicatos, y la recién fiebre guerrillera y comunista de los 70s. Se habla que esos espías están ligados con Cervecería por lo que se supone, le informan directamente a Don Eugenio Garza Sada.

Siempre Don Eugenio considero Cervecería como la empresa líder del emporio, nunca pensó que HYLSA fuera a superarla.

A lo largo de sus vidas, Eugenio siempre se impuso a su hermano Roberto Garza Sada. Eugenio era el creador, el líder, el respetable y el que influía en la Federación, así como en su mismo hermano. Roberto era solo una sombra para Eugenio. Gran parte de su fortuna la hizo en base a su escuadrón de visores que estaban al pendiente de la venta de acciones de otras compañías. Teniendo poca participación en esas empresas su nombre influía para que estas se endeudaran con los bancos y que al estar al borde de la quiebra debido a esos préstamos, compraba la compañía a bajo precio.

Aun con esos perfiles tan distintos, ambos hermanos nunca han demostrado diferencias, al menos en público. Era común que se intercambiaran las capitanías por determinado tiempo. Aquello le daba más dinamismo a las empresas.

Roberto G. Sada y Roberto Garza Sada, consideran que Don Eugenio se encuentra un tanto senil, -a pesar que le pisan los talones-, creen que la relación entre este y el Presidente Echeverría traerá la desgracia a la ciudad. No pueden resignarse a sacrificar HYLSA para el bien del país; serian miles los desocupados y se alteraría toda la economía del Estado, incluyendo a la Banca.

Lunes, 17 de septiembre de 1973.

María del Carmen Tovar, una jovencita de apenas 12 años, se encuentra barriendo la banqueta de su calle; es una costumbre diaria. Nota algo inusual aquella mañana, una camioneta de color crema se encuentra estacionada sobre Quintanar, en ella están 5 sujetos.

Poco antes de las 9 de la mañana llega a la tienda -a la que comúnmente va Carmencita-, el camión del Pan Bimbo. Un hombre se encuentra en las escaleras del depósito del cruce de Quintanar y Villagrán. Tras barrer la calle, la pequeña Carmencita se dirige a la tienda para comprar unas mortadelas. Ahí está ya el repartidor de pan que acomoda el producto en el respectivo estante.

Un Ford Galaxie de color negro se acerca. La camioneta crema le cierra el paso. De esta se bajan 2 hombres, uno con una metralleta AK-47 y otro con una pistola. El del arma de alto poder viste una playera café con franja beige.

Bernardo Chapa, chofer de Don Eugenio no se impresiona por la metralleta. Elías Orozco se enfrenta cara a cara con Bernardo, quien saca su pistola pero es herido de dos balazos por Elías, mientras se retira de su ventanilla.

Don Eugenio viaja en el asiento del copiloto. El Ford Galaxie es de 2 puertas. En el asiento trasero viaja Modesto Hernández ayudante de Don Eugenio.

El tipo de la playera café se acerca a una de las ventanillas del coche con su metralleta matando a quemarropa a Modesto.

TATATATATATATATATA.

El tipo que se encuentra en las escaleras del depósito se impresiona por la frialdad en la que se comete el crimen.

Edmundo y Anselmo intentan sacar a la fuerza a Don Eugenio del coche. Chapa muy mal herido se da cuenta reaccionando como puede matando Anselmo Herrera, agrónomo de la UAT.

Chapa esconde debajo del tablero del Galaxie a Don Eugenio y lo cubre con su cuerpo. Sumamente herido, no logra ver a Edmundo, pero dispara al azar sobre la puerta. Detrás de ella, se encuentra Edmundo que desesperado dispara hacia la puerta agachándose al no tener con que cubrirse. Uno de los disparos de Chapa le entra por el hombro y cae muerto.

Carmencita se encuentra pecho tierra. De la tienda por una ventanilla el repartidor del Pan Bimbo mira parte de la balacera descontrolada por parte de los guerrilleros.

La jovencita mira como suben a la camioneta a un herido mientras los secuestradores gritan desesperados. Su planeación es patética, en vez de secuestrar a Don Eugenio lo han matado por error.

Chapa muere cubriendo el cuerpo de Don Eugenio, que está gravemente herido por el fuego cruzado.

Llegan al lugar los bomberos de Cervecería para hacer los primeros auxilios. Los vecinos salen y ven la escena pasmados. Don Eugenio de 81 años intensamente bien vividos, pierde mucha sangre. La Cruz Roja tarda demasiado en llegar y cuando lo hace, lo trasladan al Muguerza junto a sus acompañantes donde son reportados sin signos vitales.

No logro asimilar todo lo que se le vino a la mente a Don Eugenio después de permanecer herido por mucho tiempo. Toda una vida copiosa de acontecimientos paso en aquellos largos minutos de espera.

El país se conmociona. Al Presidente Luis Echeverría se le avecina un enorme problema para con una de las familias más poderosas del país. El problema político también es inminente. La población en general reprocha el atentado.

El clima laboral en el Grupo Monterrey apunta a que el autor intelectual del atentado es Echeverría. La campaña de ataque del Gobierno Federal para con el empresariado orquestada desde 1968 entre Echeverría y Don Eugenio no tenía contemplado un evento de esa magnitud. Igual la población general hubiera pensado mal de Don Eugenio Garza Sada si Echeverría hubiera sido parte de un atentado.

Víctor Bravo Ahuja, Secretario de Educación, llama a la Dirección Federal de Seguridad. En el lugar se encuentra el contacto de Cervecería que trabaja de planta en la institución. Le menciona que será el representante del Presidente en el funeral del empresario. La familia se ofende. Ahuja fue impuesto en la Secretaria de Educación por el mismo Garza Sada; había sido profesor, director y el primer Rector del ITESM, por ende, quieren al mismo Luis Echeverría.

En la sala mayor del edificio de Rectoría del Tec de Monterrey, rinden un homenaje de cuerpo presente a Don Eugenio Garza Sada.

En el aeropuerto una comitiva recibe al Presidente Luis Echeverría. De entre los presentes se encuentra el Rector del Tec de Monterrey, Fernando García Roel.

Del Tec está a punto de salir el cuerpo rumbo a la Purísima para una misa de cuerpo presente. Una multitud se apresura, misma que es enterada que el Presidente asistirá al sepelio.

Llega Echeverría con una inmensa frialdad, más por temor a su persona que por desinterés. En la Purísima lo esperan ya listos y formados. Se baja del coche y se dirige a la comitiva parándose junto a David y Alejandro Garza Lagüera, hijos de don Eugenio.

Monterrey se ha volcado para ver el cortejo, suman 150 mil. Todas las empresas del Grupo Monterrey paran en señal de luto.

El cortejo parte rumbo al panteón El Carmen. El trayecto dura 45 minutos. Desde los balcones de las casas la gente le grita al Presidente: “¡Asesino!” “¡Chinga tu madre Echeverría!”.

Echeverría mantiene la cordura. El Estado Mayor está a la expectativa de un posible linchamiento. Han matado al “Presidente” del norte, tan querido y amado por toda la ciudad que le debe tanto.

Llueve en Monterrey mientras la gente se aglomera en los alrededores de la cripta. Como si toda la metrópoli le llorara.

Toma el micrófono Ricardo Margain Zozaya, Presidente del Consejo Consultivo del Grupo Monterrey.

“Sr. Presidente, Luis Echeverría Álvarez, Sr. Gobernador Dr. Pedro G. Zorrilla Martínez, Señoras y Señores:

Estamos todos enterados de la forma alevosa, cobarde, inaudita en que fue acribillado a tiros de metralleta un regiomontano ilustre, el Sr. Eugenio Garza Sada. También lo fueron los señores Bernardo Chapa y Modesto Hernández, personas que lo acompañaban, y que en estos momentos son también inhumados por sus familiares y amigos.

Existen ocasiones, ciertos momentos en la vida de los pueblos y en la historia de las ciudades en las que los hechos son más elocuentes que las palabras. Ésta, es una de esas ocasiones. Contemplar esta multitud en la que se encuentran, como siempre ha sucedido en Monterrey, unidas todas las clases sociales, nos hace reflexionar en la calidad humana y moral de Don Eugenio.

Esta industriosa ciudad, que fue usufructuaria de sus altas virtudes, se halla consternada al no poder contar más con el consejo certero y el impulso creador de este noble mexicano que no buscaba el aplauso de las multitudes, pero que sí puso al servicio de los necesitados, su gran capacidad, sus propios recursos, su infatigable voluntad y, sobre todo, su gran amor por México.

No es exagerar nuestros conceptos si afirmamos que no había causa noble, empresa generosa, obra benéfica que no fuera estimulada por este hombre extraordinario que enseñaba con el ejemplo. En lo social, se adelantó a su tiempo. Sin duda alguna su obra cumbre lo fue el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, que nacido de su visionaria inspiración, recibió su orientación y el impulso creador de su tenaz voluntad. Por eso sentimos que su muerte puede constituir un auténtico duelo nacional.

 

Que sus asesinos y quienes armaron sus manos y envenenaron sus mentes merecen el más enérgico de los castigos, es una verdad irrebatible. Pero no es esto lo que preocupa a nuestra ciudad. Lo que alarma no es tan sólo lo que hicieron, sino por qué pudieron hacerlo.

La respuesta es muy sencilla, aunque a la vez amarga y dolorosa: sólo se puede actuar impunemente cuando se ha perdido el respeto a la autoridad; cuando el estado deja de mantener el orden público; cuando no tan sólo se deja que tengan libre cauce las más negativas ideologías, sino que además se les permite que cosechen sus frutos negativos de odio, destrucción y muerte.

Cuando se ha propiciado desde el poder a base de declaraciones y discursos el ataque reiterado al sector privado, del cual formaba parte destacada el occiso, sin otra finalidad aparente que fomentar la división y el odio entre las clases sociales. Cuando no se desaprovecha ocasión para favorecer y ayudar todo cuanto tenga relación con las ideas marxistas a sabiendas de que el pueblo mexicano repudia este sistema opresor.

Es duro decir lo anterior, pero creemos que es una realidad que salta a la vista. Por doquier vemos el desorden instituido que casi parece desembocar en la anarquía, se suceden los choques sangrientos; las Universidades se encuentran convertidas en tierra de nadie; se otorgan mayores garantías al delincuente común que al ciudadano pacífico que se ve sujeto a atentados dinamiteros, asaltos bancarios, destrucción y muerte, eso es lo que los medios de comunicación nos informan cada día, cuando no tenemos que sufrirlos en carne propia o en la de familiares o amigos. Y a todo esto no se le pone remedio en la medida del daño que causa.

Las fuerzas negativas que rayan en la impunidad delictuosa parecen haber encontrado como campo propicio nuestro país. Mientras todos hacemos esfuerzos sobrehumanos por ayudar a resolver los gravísimos problemas económicos que amenazan culminar en una crisis, se permiten las más nocivas ideologías, que propugnan por todo aquello que va en contra de lo verdadero y constructivo. Es decir, contra nuestra forma de vida, contra nuestros más preciados valores y contra nuestros más legítimos derechos.

Urge que el gobierno tome, con la gravedad que el caso demanda, medidas enérgicas, adecuadas y efectivas que hagan renacer la confianza en el pueblo mexicano. Unos desean invertir sus capitales, pero temen hacerlo, otros, los industriales y comerciantes, quisieran fortalecer su confianza en el futuro porque se trata del futuro de la Patria. Los más se preguntan con legítimo derecho hacia dónde va la Nación y cuál será el porvenir que les espera a nuestros hijos.

Cierto que es difícil tener confianza en el futuro cuando el mismo se perfila en el horizonte bajo los nubarrones negros de la tormenta o el rojo vivo de la sangre derramada. Pero a pesar de todo hay esperanza y hay patriotismo; esos mismos atributos que tanto pudimos apreciar en la persona del desaparecido.

Con sinceridad creemos que si es necesario que se reexaminen actitudes del pasado, es el momento de hacerlo. Si en algo o en mucho se ha fallado, es el momento de corregir el rumbo. Si se ha malinterpretado la acción prudente de la autoridad, que la misma se haga sentir en forma seria y responsable. Sobre el interés individual o de grupos ideológicos se encuentra, al menos así lo piensan las instituciones del sector privado, el interés de la Patria.

El pueblo mexicano, y en especial el de Nuevo León, es un pueblo que busca realizar su propio destino y que cree que el trabajo es una de las más elevadas formas de expresión de la personalidad humana, que desea y anhela superarse, pero ello sólo puede realizarlo en un ambiente de paz, orden, tranquilidad y reconocimiento pleno de sus derechos. Es decir, en un ambiente en que la autoridad reprima toda trasgresión del orden constitucional, ya que este principio es lo que legitima el poder y el único que justifica el derecho moral de mandar.

Poner un hasta aquí, a quienes mediante agitaciones estériles y actos delictivos y declaraciones oficiales injuriosas amenazan con socavar los cimientos de la Patria, es un deber ineludible que amerita atención inmediata. No hacerlo puede sumir a nuestro país en la más profunda de las anarquías, conducirlo por senderos de violencia y acabar con su precaria estabilidad política y económica. Hacer lo contrario es abrir las puertas de la prosperidad y del progreso para todos.

Que los lamentables acontecimientos que segaron estas vidas útiles, sirvan al menos para poner de manifiesto, hasta dónde se puede llegar cuando se dejan de reconocer o se combaten inexplicablemente los valores primarios que deben existir en toda sociedad auténticamente democrática, cuando no se quieren respetar los derechos por igual por quienes tienen la obligación de garantizar el orden público y la seguridad de las personas.

Si conforme al Libro Sagrado, existe un tiempo de vivir y un tiempo de morir, podemos decir que Don Eugenio vivió intensamente. Nosotros somos, todos y cada uno los mejores testigos de ello. Él ha dejado concluida su labor en esta tierra. Su esfuerzo ha fructificado y seguirá fructificando día a día y momento a momento; su recuerdo deja entre nosotros la imagen del hombre sincero, sencillo, modesto, leal a sus convicciones que como he dicho, supo vivir y supo morir…

(“Nos vamos”. Menciona Echeverría molesto. El Estado Mayor comenzó a aventar gente para darle paso al Presidente, que se retira a medio sepelio. El Secretario de Educación, Víctor Bravo se queda).

… Tal vez, la mejor herencia que deja a esta tierra regiomontana y, por qué no decirlo, a México, son sus obras y son sus hijos, seguramente continuadores de sus elevados principios y reconocido altruismo. Es por ello que para terminar estas palabras y haciéndome eco de sus sentimientos filiales que quisieran decir al Padre que se ausenta, voy a terminarlas con el pensamiento del poeta: Sin que lo sepa nadie, guardando igual misterio, en dos sepulcros tienes augusta posesión; el uno, donde duermes, es este cementerio, el otro, donde vives es nuestro corazón”.

Ricardo Margain Zozaya. Septiembre 1973.

A su regreso a la ciudad de México durante el vuelo, el Secretario de Educación permanecía en silencio. Solo menciona en todo el trayecto: “Esto va a ser un problema de seguridad nacional, un rompimiento que no sé cómo vamos a solucionar”.

El rompimiento con la Federación fue total. El Presidente Luis Echeverría forma una Comisión para recomponer las cosas. Los responsables de la misma, eran el Secretario de Educación Víctor Bravo Ahuja, así como el Secretario del Trabajo, Porfirio Muñoz Ledo.

En una reunión de la Comisión con Roberto Guajardo Suarez, Virgilio Garza y Eugenio Garza Lagüera, Muñoz Ledo se dirigió a ellos: “Señores, vamos a encontrar el dialogo, nosotros no fuimos”.

Roberto Guajardo en algún momento de la reunión estallo contra Muñoz Ledo: “¡No seas cobarde cabron, no te retractes; dijiste que nosotros éramos unos hijos de la chingada, ahora te conservas!”.

La cacería había comenzado. El Gobierno Federal hizo pesquisas a lo largo del país. Tanto el Gobierno Federal, como el Estatal, incurrieron en torturas. Hubo desaparecidos. Las presiones en la Policía Judicial eran muchas. A Carmencita y aquel tipo que se encontraba en las escaleras del depósito, los interrogarían una semana después de los hechos. Se mencionó que habían sido heridos los atacantes, y que después habían sido asesinados en el panteón municipal donde fueron tirados por sus mismos compañeros, cuando había sido Chapa que con enorme valentía, protegió como pudo a Don Eugenio matando a los dos atacantes.

Se mencionó en las indagatorias esa posibilidad, debido a una supuesta bala “mágica”. La bala mencionada era la que había herido de muerte a Edmundo, ya que había ingresado de arriba hacia abajo. ¿Cómo era posible si estando parado y Chapa y Don Eugenio acostados, pudieron herirlo de tal manera? Era simple. En la refriega mientras Chapa disparaba sin ver por la puerta, Edmundo respondía la agresión agachándose.

La población culpo a Echeverría como autor intelectual debido a las “diferencias” de estos. Pero la verdad es que el Presidente y Don Eugenio mantenían una estrecha relación, tanto, que acordaban lo que debían decirle a la gente, la manera, e inclusive culpándose entre el Gobierno y el empresariado por los diversos problemas sociales.

El empresariado regiomontano lo sabía, como aquella vez se lo había hecho notar Garza Sada a Echeverría: “No se preocupe, me encargo de ello. Además, creo que sea lo único adecuado”.

Roberto Garza Sada del ramo acerero, y Roberto G. Sada del ramo del vidrio, temían que la verdad fuese descubierta por el amigo de Don Eugenio Garza Sada, el Presidente Echeverría. Tal como lo da a entender Irma Salinas Rocha en su libro Nostro Grupo. Sabían de la soberbia de Echeverría, así que se enfocaron en herir su susceptibilidad para que se molestara por el discurso y se retirara a la capital. Usaron a Ricardo Margain Zozaya para que sintiéndose héroe, despotricara contra la Presidencia como la culpable del acto terrorista. Pero eso solo era una teoría, que en parte había algo de razón debido a la prohibición del libro de Salinas Rocha.

Margain no sabía que lo estaban usando. La idea era que se desviara la atención de la opinión pública y lograr que esta no reaccionara presionando al Estado en la búsqueda de los culpables.

El resentimiento por el “ambiente teatral” previo al atentado contra Don Eugenio, entre el Presidente y este, aunado a la reciente creación del Complejo Siderúrgico Lázaro Cárdenas - Las Truchas, mantenían a la sociedad regiomontana enfadada con la Presidencia, que incluso, hubo trabajadores de HYLSA que le mencionaban a sus Jefes la intención de vengarse, solicitando el permiso para asesinar al Presidente.

A la fecha no se sabe quién controlaba la información en Cervecería y su relación con la DFS y porque aquel informe de 1972 nunca llego a Don Eugenio o a sus hijos. La pregunta estaba en el aire con respecto a quien controlaba la información de la DFS en Cervecería ¿Don Roberto Garza Sada?

Don Eugenio era tajante con su política para con la delincuencia. Había mencionado a familiares y amigos que en caso de secuestro no pagaran ni un quinto, y que él no iba a ser rehén ni motivo de chantaje de nadie.

El Complejo Siderúrgico Lázaro Cárdenas – Las Truchas (SICARTSA) fue adquirida en los 90s por el Grupo Villacero de Monterrey, aparentemente presta nombre de Carlos Salinas de Gortari. Villacero terminó cediéndola a ArcelorMittal por 1,439 millones.

En la reestructura operacional y financiera del Grupo ALFA comandado por Dionisio Garza Medina, Hylsa se vende en el 2005 a la italo-argentina Techint por alrededor de 2,880 mdd.

El asalto al Ford Galaxie en el cruce de Quintanar y Villagrán, es el claro ejemplo de una estrategia mal planeada desde su reclutamiento hasta su forma. Nunca se imaginaron que el chofer y guardaespaldas de Don Eugenio desenfundara, y lo que es peor, tuviera la oportunidad de llevarse a dos teniendo claras desventajas.

CEO Crónicas, vida y obra de los grandes capitanes de la industria regiomontana.

Capítulo 5. Eugenio Garza Sada. Quinta parte. La muerte.

Crónicas de un Regio. Julio 2017.

 

“La versión oficial a raíz de los hechos inmediatos es la más viable con respecto al cómo se desarrolló el asesinato de Don Eugenio. Dos días después surgieron diversas versiones que sugieren atacar al gobierno, para desaparecer de la escena los verdaderos beneficiarios de la muerte del empresario, donde está la clave para llegar lo más cerca posible de la verdad”.